martes, 18 de noviembre de 2008

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La hoja para el cuchillo

El cuchillo que describiremos es el Bowie Junior, que por ser el más polivalente desde nuestro punto de vista por su largo de hoja y además por ser la oferta de la que los suscriptores de dos años de Arcos y Flechas pueden beneficiarse.



AI igual que todos los cuchillos Aitor, el Bowie tiene una dureza probada de 55 a 58 HRc, ésto lo podemos verificar fácilmente pues en la hoja en su lado izquierdo encontramos un punto dentro de un círculo con la siguiente leyenda: Hardness Control Dureza -HRc-. La dureza de la hoja es idónea para cualquier tipo de uso a que destinemos un cuchillo. Este permite no sólo un buen afilado sino y lo que es más importante mantener un filo cortante. En esto último también interviene el vaciado de la hoja, en el Bowie Aitor encontramos uno de tipo biselado muy adecuado para un cuchillo de este tipo.



Como debe ser la hoja para el cuchillo de caza



Su hoja ha sido tratada con un proceso de acabado llamado "blasting" donde miles de bolas golpean la superficie dándole esa terminación mate y un mayor compactado molecular con lo que se gana en dureza superficial.


En el lomo encontramos unas muescas muy típicas de los cuchillos de mediados del siglo pasado, que su único propósito es embellecer el conjunto del cuchillo. Pasada la mitad de la hoja en su parte superior, ésta se afina en un esbozo de contrafilo. Por su parte, la silueta del filo a la altura de la pala o tercer tercio de la hoja (los tercios se cuentan desde la defensa hacia la punta) se curva dando así la posibilidad de poderse usar para desollar.



Hacia la empuñadura la hoja acaba en la bigotera, ésta sirve fundamentalmente cuando se hace algún trabajo de corte delicado, para empuñar el cuchillo en una posición más avanzada, pues enganchamos en ella al dedo corazón, mientras el índice se apoya en el lomo.



El recazo es amplio y se encastra en la defensa.

martes, 11 de noviembre de 2008

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Caza del jabali

Y así pasó cuando un día lo llamaron de la ciudad de Melo, en el Departamento de Cerro Largo, los amigos de la barra Los Manjarros y lo entusiasmaron para que fuera. Contándonos:



"La cosa estaba brava con ese chancho ya que llevaba comida gran cantidad de ovejas y nadie podía dar con él y pararlo. Como en Melo saben que es sólo llamarme y darme "cuarta vuelta de manija", así lo hicieron y ese mismo viernes me fui hasta allá para unirme a ellos y de allí salir hacia las costas del Arroyo Tarariras. Lamentablemente ese fin de semana no lo pudimos encontrar, aunque sí hallamos rastros y ovejas muertas comidas en singular cantidad. Hasta encontramos ovejas muertas que el dueño de la estancia ni idea tenía de ellas, pero en esa salida no tuvimos suerte y convinimos en volver a ir a los quince días por la revancha.


A las dos semanas volví a salir sólo yo (Fernando Copóla) de Montevideo, para encontrarme en Melo con el Canario Rivero, Arley, el Tico, El Nato Vidal, el Vasco, Carillos Begiústain y el Pastor. Junto a nosotros llevamos unos 14 perros propiedad del Canario Rivero en su mayoría y alguno más. Aquí también sería lindo hacer la aclaración y el comentario de que casi todos los perros del Canario, son unos perros de una raza brasileña que se están empezando a criar para la caza del Jabalí con gran entusiasmo por Melo ya que son bastante buenos; rastreadores, seguidores y aguerridos. Arreadores es la raza o por lo menos como se les llama por Melo.


Fin de semana invernal con unos fríos tremendos y allá nos encontrábamos como tantas otras veces, listos para compartir una cacería.



Acampamos en la costa de un bañado para estar cerca del "mojo" y el primer día, sábado, dimos una vuelta y nada. Poco rastro de chancho arroyo arriba y cuando se nos comenzó a ir el día decidimos pegar la vuelta. Uno siempre piensa que el mañana va a ser mejor, así que con esa idea y bastante cansados nos acostamos no sin antes compartir un buen guisito para reponer fuerzas apretándolo con la santa uva tratada. Al otro día temprano y luego del desayuno obligado nos fuimos arroyo abajo. Desde las 7:00 a las 9:00 todo pasó sin novedad hasta que dentro de un enorme bañado uno de los perros se trenzó con un chancho. Todos nos tiramos de cabeza hacia el lado de la pelea pero lamentablemente el perro estaba solo y no sólo no lo pudo parar, se ligó un tremendo corte bastante feo por un colmillazo, que nos hizo sacarlo de allí para poderlo curar.



La caza del jabalí en Uruguay



Por las cosas del destino, arrimamos hasta allí una camioneta 4x4 con el botiquín para perros que a la postre, aquella, sería de gran utilidad y ya verán el por qué. Ya con esa pelea las cosas cambiaron de color. Seguimos buscando con la sangre en el ojo y fueron muchas las horas que caminamos para no encontrarlo. A las 3 de la tarde acordamos pegar la vuelta porque los rastros habían quedado para atrás, y decidimos volver al lugar donde el perro había tenido la pelea con el chancho.



La sorpresa fue mayúscula cuando al llegar al mismísimo lugar e internarnos en el bañado nuevamente los perros volvieron a pelear con un chancho. Nosotros calculamos que fuese el mismo, que no se había ido porque los perros no lo habían acosado mucho.



Allí por las cosas que tiene ese momento tan especial en donde todo el mundo corre hacia la pelea o buscando buena ubicación para cortarle posibles escapes, la perrada y la gente sin querer se dividieron, unos arroyo arriba, otros arroyo abajo pero siempre sin poder ver al chancho.



Estábamos todos en el medio de las pajas, algunos en lugares que el agua le llegaba a la cintura, cuando alguien empezó a gritar: "allá va el chancho, allá va el chancho" y miramos todos hacia el campo buscando algo en la inmensidad.



La verdad es que por lo grande parecía un ternero corriendo por la cuchilla. Era una mole negra atravesando la pradera hacia el mismo arroyo, ya que éste allí hace una gran curva.



Al estar la perrada dividida sólo llevaba algunos en los cuartos pero ninguno de agarre así que ni soñar de pararlo.



Es allí mismo que tuvimos la suerte de tener la camioneta a mano y el primero que llegó a ella la arrancó y comenzó a manotear gente y perros a la pasada. Ya con todos arriba enfilamos cortando campo a toda máquina para salirle adelante.



Cruzamos dos cerritos yendo por lo derecho y cuando llegamos al monte fue una de tirarse gente que ni te cuento y todos a esperar azapados a lo gato a que apareciera el muchachito de la película. Ese monte con bañado por fuera era su única salvación y nosotros estábamos antes.



Cuando éste asomó derecho a nosotros todos lo pusimos en la mira y en cuanto se le pudo ir haciendo tiros se le hizo siempre teniendo cuidado de los perros.



Llegó a meterse en una mugre pero para suerte nuestra volvió a volcar hacia el limpio acosado por los perros y los tiros.



Con todo ese revuelo y cuando nadie lo esperaba, ¡¡no sale de las mismas mugres otro chancho por dentro de unos campestres del bañado!!.



¡¡¡Milagro!!!. Tanto buscarlos para venir a encontrar uno más de rebote.



Fue un momento de la locura total ya que unos se dedicaron al chancho grande siguiéndolo a tiro limpio y otros se fueron tras la chancha (resultó ser) quedando a dos puntas.



Al grande se le habían pegado dos buenos tiros con unas doce y el mocito como si nada, hasta que el Pastor lo trajo al piso con otro más certero aún y allí sí "correrías terminadas".



A todo eso el otro chancho (chancha), que el destino quiso que estuviera donde no tenía que estar, había llegado a mal fin, para sus propios intereses, ya que disparado por entre los campestres del bañado tampoco había podido zafar a la perrada, la camioneta y los tiros.



La alegría, se podrán imaginar que fue tremenda. Dos buenos chanchos ya cuando los ánimos habían mermado bastante levantan a cualquiera. A las cinco de la tarde vinimos a darnos por satisfechos con "dos en el bolso" y el asunto pelado.



Al chancho le calculamos unos 150 kilos y con una fortaleza increíble, mientras que a la chancha unos 70 con "motor incorporado"; tenían que haber visto la velocidad de la susodicha por entre el bañado.



Las dos piezas para arriba de la camioneta y a festejar que es tarde.



Fotos, chorizada, la cabeza para disecar y la alegría del dueño del campo fueron más que un buen fruto de una hermosa cacería por esos pagos maravillosos de Cerro Largo junto a los muy buenos amigos de la barra Los Manjarros."



Nos habíamos sentado a charlar con Femando y el reloj había corrido como Liebre pero eso no importaba pues enfrascados en la cacería nos habíamos olvidado de todo. Es más, me contó sobre otra cacería por el Tacuarí en donde también anduvieron bárbaro pero quedará para otro número de la Revista ya que esa "es otra historia".



Por ahora a saborear ésta que bien merecida está con dos hermosos ejemplares de chanchos.



Vaya para todos un saludo y será hasta la próxima si Dios quiere.