lunes, 11 de febrero de 2008

Entrenamiento para perros de caza

A la edad de siete a nueve meses, se podrá iniciar una educación dirigida, mucho más firme y exigente.



El trabajo se hace entonces con correa.


La utilización de la sangre por el método del esponjamiento (palo provisto de una esponja) o de proyección (botella transparente provista de un tapón con dosificador) permite reducir el olor al mínimo dosificándolo según las necesidades. Por otra parte, la sangre coagulada incita al perro a pararse, con la nariz en el rastro, para «mostrar» la señal al conductor. Los primeros rastros son cortos, de 100 a 150 metros, y sin desvíos. Los intervalos entre dos huellas no deben superar 20 o 40 centímetros según la raza del perro. La busca empieza de dos a tres horas después de haber trazado el rastro.


Entrenamiento para perros de caza adultos



Para empezar, evite los lugares donde haya caza para que el perro no caiga en la tentación de ir a buscarla. Si el trazado está señalado minuciosamente, se podrá controlar y corregir al perro de forma oportuna. Una pieza de caza o una piel que correspondan a la naturaleza de la sangre señala el fin del recorrido. Ofrézcale usted mismo la recompensa (trozo de venado, páncreas, hígado o sangre coagulada) y no permita nun¬ca que el perro haga el encarne.



Este entrenamiento también exige una lenta progresión en la dificultad: introducción de zarzales, ríos a bordear, rastros de diversión (falsos) que crucen el rastro principal, voceríos (rastros doblados, seguidos al revés), etc. Al final, el tándem conductor perro deberá ser capaz de seguir el rastro que mejor imite el del animal herido veinte horas o más después de que esté trazado.

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