El suelo de enero hacía cantar las chicharras de Fray Bentos y el balneario Las Cañas te llamaba con la frescura de sus aguas, la alegría de miles de turistas y las rubias cervezas heladas que el Nene Montes de Oca tiene siempre reservadas para los amigos.
No obstante eso, no era fácil escapársela a las novias y a las señoras, so pena de ocurrir algún otro divorcio en la barra, cosa que ya empezaba a abundar y las tarjetas rojas asomaban amenazantes en el delantal de las patronas.
La tardecita dio paso a la noche de otro día abrasador y la sed nos reunió en nuestra principal avenida para encontrarnos allí gastando el tiempo frente a un chopp con los amigos y algún que otro enemigo que no nos daba permiso para cazar en su campo. El tiempo fue reuniendo a la barra y el tema de cacería ocupó como siempre la totalidad del diálogo, apenas interrumpió alguna adolescente que de tanto en tanto se acercaba a saludar a los más jóvenes, sin entender qué misterio engualichaba a su príncipe azul para preferir estar bobeando horas y horas con esos imbéciles cazadores en vez de pasarlo junto a ella disfrutando de las mieles del amor, de mirarse a los ojos, de abrazarse y de robarse algún beso, ... en fin ellas ya aprenderán.
Lugares para la caza de jabalí en Rio Negro
Las horas fueron pasando entre cuentos, saludos y bocinazos y ese tiempo se acumuló en envases y desde el fondo de cada botella nació la anécdota y el recuerdo de picardías y aventuras.
De las locuras del Canario César, de Rober que se nos fue en la flor de la vida, pero que sabemos que nos escucha desde allá arriba con esa atención que siempre ponía y con su cara buena y su sonrisa sin maldad.
Y así, casi sin notarlo, avanzaba la noche que se transformó en madrugada, mientras Federico no dejó escuchar nada con su ensordecedor griterío y carcajadas sin dejar que Mac Giver pueda pronunciar lo que comenzó a intentar hace tres horas y el Carreta observa sonriente con su calma habitual el revuelo jocoso que genera alguna mentirilla de tal o cual cacería.
Empieza a decrecer el continuo pasar de coches y motos pero Cartucho no afloja con su moto, e intercala una vueltita con un chopp mientras completa los 70 u 80 km diarios sin levantar nada.
El Gusano, que anda escapando de la patrona, intenta hilvanar una cacería de la semana pasada con Mario, pero el lío es tan grande que hay que hablar a los gritos para entenderse, mientras José saluda entre serio y respetuoso al auto de la patrulla que se desplaza lentamente y cuyos integrantes piensan para sí, ¿con que fierro estará cazando ahora?
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