sábado, 10 de mayo de 2008

Caza deportiva de Perdiz

En nuestra post anterior, habíamos dejado a nuestro perro en una muestra firme, aguardando nuestra llegada y la consiguiente orden de hacer volar la pieza. Por nuestra parte, mientras nos acercamos, nos vamos contagiando de la pasión por la caza que el perro nos transmite; no obstante, como seres pensantes que somos, evaluaremos la zona que muestra nuestro compañero, para calcular hacia dónde se dirigirá el vuelo de la perdiz.

Para ello recordemos que, con un viento fuerte, el ave volará en la misma dirección de éste y, con una brisa suave, lo hará a favor de la pendiente del terreno. Habiendo hecho esta estimación y conociendo sobre cuál de los giros laterales disparamos mejor, nos ubicaremos en consecuencia. Normalmente, un cazador diestro, tira mejor en un giro de derecha a izquierda; un zurdo lo hace más cómodo de izquierda a derecha.


Caza deportiva de Perdiz de Uruguay



Por todo esto, una vez llegados junto al perro en muestra, nos ubicaremos no inmediatamente detrás de éste, sino a un lado del mismo, a una distancia de cinco o seis metros, procurando con esto que el vuelo se produzca hacia donde más nos convenga. Le damos entonces la orden para que defina. Si empleamos la técnica de tiro descripta por nosotros en notas anteriores publicadas en esta revista, tendremos buenas probabilidades de abatir el ave.



La misma puede caer algunos metros más allá del lugar donde fue alcanzada por el disparo, o, herida, ir a estrellarse contra el suelo lejos de nosotros. En ambos casos debemos hacernos de ella, no sólo para sumar una más, sino para asegurarnos de no dejar un animal herido que seguramente no sobrevivirá en esas condiciones. Para recuperar esa perdiz, muchas veces el perro debe ir y cobrarla.



Si cae muerta en una vegetación densa, a nuestro amigo le cuesta hallarla y en ocasiones pasa una y otra vez muy próximo y aún encima de ella sin ubicarla con rapidez. En esos casos, lo peor que podemos hacer, es ponernos nerviosos (le transmitiremos nuestro estado de ánimo al perro) y tratar de encontrarla, pisoteando el pasto de la zona donde vimos caer el ave, impregnando ese lugar con nuestro propio olor.



Si pasados algunos minutos sin resultado positivo vemos que el can se desinteresa por esa pieza y sale a buscar otra, debemos llamarlo y hacerlo venir junto a nosotros, atarlo con la trailla y ubicarlo de modo que el viento, pasando por el área en la que presumimos está el ave, lleve su emanación hacia donde estamos.



Iniciemos entonces un pequeño cuarteo hacia un lado y hacia el otro, lateralmente, cuidando siempre de no colocamos entre el lugar a revisar y nuestro perro para no interferir la captación del husmo por parte de éste. Alentemos al can con un «busca, busca» o similar repetido; si visualizamos el ave antes que él la detecte, pasemos cerca de ella tantas veces como sea necesario, hasta que el mismo la halle, alejándonos y dejándolo libre para que haga primero el cobro y luego la entrega, portándola hasta nosotros.

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