lunes, 9 de febrero de 2009

Caza de ciervos en Rio Negro

Partimos a la una de la madrugada del día sábado, calculando estar en el campo antes del amanecer. Como en todos los viajes el tema principal fue cacerías, calibres, armas, y resultados obtenidos. En determinado momento ya habíamos capturado al menos 5 "chanchos" y 3 ciervos, algunos ya estaban cuereados y despostados mientras otros colgaban de un árbol en espera de la foto, y esto sin siquiera haber tirado un solo tiro, en fin los cuentos y el amargo hacen que el trayecto sea menos tedioso, máxime si hablamos de unas 5 horas de viaje por caminos bastante alejados de la mano de Dios


La Patrol de Rafa anda que es un avión y eso que tiene cubiertas muy anchas, el único problema es que nos quedó muy chica para el equipaje, llevamos bolsos, armas, catres y un sinnúmero de etcéteras. Como para quedarnos 10 días.


Lugares de caza de ciervos en Rio Negro



Llegamos al campo a la hora fijada, el "Chueco" y su familia nos esperaba con la cordialidad acostumbrada, abrazos fraternos y besos, dieron por terminada la bienvenida, ahora había que acomodar el cargamento en el cuarto del fondo tratando de apartar a las casi 60 pollas y los 6 lechones que intentaban entrar a toda costa sabiendo que en este cuarto se guarda la ración y los granos.



Después de cambiarnos de ropa nos arrimamos al fogón, el capón chirriaba sobre las brasas mientras el "Chueco" nos contaba que había recorrido el potrero donde normalmente se ve algún ciervo sin encontrar ni siquiera un rastro: "Y, ta'clavao si metieron mata yuyos por todos lados".



Con esta noticia tan desalentadora, partimos hacia otro campo cercano (después de churrasquear, claro). AHÍ podríamos ver algún ciervo en las praderas cercanas a unas isletas que forma el monte. 12 Idlómetros nos separaban del campo por lo que fuimos en la Patrol, no habíamos recorrido la mitad del camino cuando gracias a Diego pifiamos la huella y nos metimos en una ciénaga. Por más que intentamos sacar la Patrol fue imposible, así que mientras Rafa, Miguel y yo nos quedábamos en la camioneta, Diego y el "Chueco" se fueron en busca de Carlos Martins tractorista de la zona y amigazo de ley.



La helada comenzaba a levantarse con muy poco viento, mientras el sol se mantenía oculto tras unos espesos nubarrones, sin exagerar calculo que la sensación térmica.

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